sábado, 22 de marzo de 2014

Yo era feliz entre tanto caos.

Parecía mentira que me robaras de esa forma el aliento,
haciéndome el amor con la mirada, 
uniendo en cada verso mis lunares 
y cada risa o sonrisa era otro poema escrito sin prisa.

Lo prohibido resulta mas difícil 
y lo difícil resulta mas tentador.
Y tu, eras el sabor de la victoria,
que desgaste con cada una de nuestras derrotas.
Y ahora me sabes a infierno.

Como un león, 
yo era la reina de nuestra selva,
de nuestro imperio construido
entre las ruinas
de la catástrofe que nos perseguía,

del huracán del pestañear de tus ojos,
del terremoto del pisar de mi tacones,
mientras te pisaba a ti los talones.

Y yo era feliz, entre tanto caos
que aumentaba con cada beso
mi nivel de adrenalina.
Cada beso digo...
Besos contados los que nos dimos,
a escondidas.

Y tu eras feliz, teniéndome en tus brazos,
a oscuras.

Y salió el sol.
Y me soltaste.
Y me descubrí en medio de un caos.
A solas,
sin el pestañear de tus ojos, 
sin mis tacones
y ya ni de lejos, te pisaba los talones.

Y ahora,
que me abandonaste,
vuelves con esa desgastada sonrisa
y esa mirada imprecisa,
desganada,
bañada por el fluir de tus lágrimas,
del reflejo de un roto corazón que a su vez rompió el mio.

Busco en alguno de mis fragmentos el valor
para decirte que te quedes
y me beses
y me dejes esta vez,
después de meses,
quererte. Y dejarme querer.

Pero el desconfiar de mi forzada sonrisa miente
negándote el permiso para estudiar de nuevo 
las constelaciones de cada lunar de mi cuerpo
y te prohíbe que me enredes con tus besos.
Que me engañes,
de nuevo.

Y mintiendo,
con una excelente interpretación,
te pido hoy que me niegues tu cariño
que rechaces mis ganas 
de empaparte de amor.
Que me obligues a creer
que jamás seras mio 
y de un suspiro
me olvide
de que lo fuiste alguna vez.

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