sábado, 28 de junio de 2014

Perder es tan solo otra forma de ganar.


Dicen que cualquiera capaz de sentir amor debería considerarse victorioso y yo estoy de acuerdo. Porque el amor es tan solo otra religión mas; otro invento concebido por la admirable imperfección humana; tal vez, algo incluso inexistente, generado por la fe de los corazones, justificado por los momentos sin aliento, el respingar de la piel y la aceleración del pulso e intensificado por la terquedad de las personas, por su temor a la soledad y su afán de aferrarse a algo; por abstracto que sea, por ridículo que suene… con el fin de estar un poco menos perdidos. Y a ese algo le hemos puesto el nombre de amor. Y aunque a veces el amor duele, no deja de ser una victoria. Tu me has hecho ver las cosas de un modo distinto. Me enseñaste a querer a una persona incluso cuando no se lo merecía, me hiciste entender que cometer errores no significa no querer; al contrario, significa sinceridad y confianza, humanidad: quien bien te quiere te hará llorar. Me enseñaste a perdonar, a aprender de mis errores y de los demás, a reír llorando y a llorar riendo. Contigo descubrí que las despedidas no son siempre tristes y que a veces es mejor decir hasta luego por si el destino decide volver a juntarnos.
“Terminábamos separados porque juntos éramos un desastre, un caos; pero un caos que a pequeñas dosis podía ser nuestro paraíso.”
Y que todo tiene un final que tarde o temprano llega. Pero eso no significa que nos estemos abandonando, la vida es demasiado larga para querer solo a una persona, a veces toca cambiar.
Lo mas importante es que después de todo me siento bien y feliz. Feliz de tener a alguien como tu, con quién poder contar y hablar siempre que lo necesite, alguien que se preocupe. Feliz de saber que ninguno se rindió y que aunque este barco naufragó por tempestades difíciles, al final dejaste que yo también fuera tu isla. Cuando algo te importa tienes que ir a por ello, aunque naufragues, aunque te ahogues. La vida no es para aquellas personas que se quedan sentados esperando, la vida es de los valientes, de los que pierden mil batallas pero ganan la guerra.
Gracias por aparecer en mi vida y hacerme crecer inconscientemente, pero por encima de todo: gracias por enseñarme que perder es tan solo otra forma de ganar. Que las grandes victorias conllevan pequeñas derrotas, que un soldado lucha por la supervivencia de los demás, no solo por la suya. Porque en esta vida lo importante es el conjunto, no la individualidad, ya que la soledad es de todo menos cálida. Gracias por los momentos sin aliento, el respingar de la piel y la aceleración del pulso, por quererme y dejarte querer. 
Buena suerte, hasta luego.

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