Hoy, hace tanto tiempo ya que nos abandonamos. Casi el
suficiente para consumir toda mi esperanza. Gracioso fue el día que empezamos,
me reiría si aun lo recordara. Gracioso digo, porque graciosos son los
disparates y esta historia se define como uno muy grande. Aun te miro buscando
tu voz, la que me ayude a entender que nos pasó. Y cuento las veces que
pestañeas, interpretando que son besos que me dedicas, aunque seguramente sean
intentos de verme un poco menos. Dile a tu mirada que me bese desde la distancia
y será nuestro secreto.
Para calmar mi pena, fingiré que cada vez que estas con
ella te imaginas que soy yo en compensación por aquella vez que era yo y te
arrepentiste de que no fuera ella.
Para minimizar mi miedo, reiré cuando quiera llorar del mismo modo en que
tu te alejas de mi por no caer en la tentación, o al menos eso me invento.
Tu, te enamoraste de mi antes de saber a la catástrofe
inestable a la que te enfrentabas y nadie aseguro que tu corazón lo aguantara.
Y yo, cegada por la ya mencionada inestabilidad deje que otra te curará. Dicen
que a los fuertes nadie les tiende una mano, pero los fuertes también se rompen
por dentro.
Hoy, queda un día menos
para el día que me rinda. El gran disparate es que yo sigo luchando por una
causa perdida, por la cual tu te rendiste hace un tiempo. Lo bueno de ser
fuerte es que incluso rota finges que aun hay esperanza.
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